martes, 17 de agosto de 2010

Cruz de la juventud


El año mil novecientos ochenta y cuatro, Juan Pablo II comunicó a la juventud que cogieran la Cruz y que recorrieran el mundo. ¡Recorrer el mundo y comunicar a la sociedad que Jesús os quiere! Esto fue lo que Juan Pablo dijo dirigiéndose a los jóvenes, sois vosotros los que en nombre de Dios debéis transmitir y comunicar a la sociedad que Jesús os quiere y que murió en la cruz por y para vosotros. Desde ese momento, Cruz y juventud, recorren caminos y ciudades.
El objetivo de esta misión es que todos podamos conocer y tocar la
Cruz donde Cristo fue crucificado. Y desde el ochenta y cuatro, la Cruz junto con el Icono recorren países y ciudades guiados por la mano de sus representantes. El Icono es un cuadro con la Virgen y su Hijo.
Actualmente la Cruz se encuentra en España y en su paso por Catalunya el pasado veintinueve de junio Tàrrega tubo la suerte de ser su anfitriona. Y a la cinco de la tarde, llegó al Sant Hospital, posteriormente fue trasladada a la parroquia de Santa María de Alba. Y a las ocho se le ofició una solemne misa, la misa fue celebrada por el señor párroco y ayudado por varios sacerdotes más.
Terminada la misa se emitió un vídeo maravilloso, el cual consiguió que a todos los presentes se nos despertaran los más profundos sentimientos, llenando nuestros ojos de lágrimas por la gran magnitud que despierta este acontecimiento.
Terminada la proyección del vídeo, el señor párroco nos invitó a unos minutos de meditación, acto seguido todos los allí presentes y por petición del párroco, cada asistente deposito una vela blanca, encendida alrededor de la Cruz, para que les dieran energía y fuerza. Otra prueba de amor fue cubrir la Santa Cruz de flores. Flores silvestres que fuimos recogiendo y depositando en la Cruz hasta quedar totalmente cubierta como si de una alfombra se tratara.

Terminado el acontecimiento, el párroco informó a los allí presentes que nos podíamos acercar a la Cruz para despedirnos de ella y que todos recibiríamos un medicamento muy eficaz que lo cura todo y que antes de utilizarlo debíamos de leer el prospecto, para que este haga una función correcta. Y tal como íbamos pasando para despedirnos de la Cruz, fuimos recibiendo, de manos del párroco ayudado por otro sacerdote, una cajita con una Cruz de color de la plata en su interior, este era el medicamento. ¡El medicamento que no necesita receta!
Únicamente es necesaria la fe. Gracias Juan Pablo II. Debes de estar orgulloso de tu proyecto. Terminada la fiesta de la parroquia y como si de una procesión se tratara, una buena parte de los asistentes, junto con los sacerdotes y las personas responsables de su traslado acompañamos a la Gran invitada, hasta el Convento de Fàtima. Allí fue recibida y despedida con honor y devoción. ¡Que mejor sitio para descansar y pasar la noche!

Pues al día siguiente tenia que continuar su recorrido.

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