sábado, 10 de octubre de 2009

Hola padre

Hoy se cumplen cuatro décadas o cuarenta años, da lo mismo. Este es el tiempo que tú vives en la oscuridad terrenal y como si de alas dependieran los años casi sin darnos cuentas, llegamos al día de hoy. A pesar del tiempo transcurrido, a mí, me parece que el día de ayer es el de hoy
El diez de octubre del sesenta y nueve tú entraste en
el túnel luminoso, el túnel que te abrió la
puerta para entrar en tu reposo infinito. Ese día una luz te guió al paraíso

celestial por que para llegar hasta ese lugar hace falta mucha iluminación.

Seguramente será verdad porque fuiste dejando una estela luminosa, la misma que entró dentro de mí para que no te olvide y pueda comunicarme contigo. Así que mi querido Dios mantén lúcida mi cabeza para poder cumplir con mi misión.
Bien padre hoy me despido de ti pero si Dios y mi

cabeza me lo permiten otro día volveré y no me refiero a mis dolores encefálicos porque estos ya los tengo dominados. Me refiero a otros problemas, que hoy por hoy, están de moda: como la enfermedad que te apartó de nosotros, que a pesar de las investigaciones no sólo no han disminuido, sino que se han triplicado.

¡Palabras especiales para ti!
Ojalá tus ojos vieran y tus labios pronunciaran palabras para dar fe a la esperanza de vida.