lunes, 7 de marzo de 2011

Manos vacías

Ocho de marzo; Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Este día nos abre puertas y ventanas para decir todo lo que pensemos. Así que aprovechemos este momento para proclamar y pedir todo aquello que aún nos falta por conseguir.

Dicho esto ya que el día de hoy me ofrece la oportunidad de reivindicarme quiero decir que aún y teniendo las manos vacías, nuestros brazos son lo suficientemente largos para darnos un abrazo. Así pues aprovechemos el momento y el medio para darnos ese abrazo solidario. Y como dicen los de Fuente Ovejuna vamos todos a una. ¡Pues la unión hace la fuerza!
Normalmente yo no suelo escribir sobre mi persona, pero hoy, por ser el día que es, creo que algo tengo que contar. Algo del presente y también del pasado. De mi presente, digo que tengo sesenta y nueve años y no tardando mucho tendré setenta, así que mi vida no ha sido nada fácil y mucho menos de color de rosa. He vivido en una precariedad bastante grande. Algunas por circunstancias de la vida, otras por machismo y otras por el trato de distinción en el lugar del trabajo.

Por ejemplo en mis tiempos del pasado, las trabajadoras de hogar, a parte de que teníamos que ir vestidas diferente, la comida del servicio también lo era, tanto la cena como la comida de mediodía y si la señora de la casa entraba en la cocina en el momento que el servicio estaba comiendo los obligaba a ponerse de pie y en el caso de no hacerlo, ella misma te lo recordaba con una reprimenda.
Pero a pesar de estas diferencias que sufrí en mi persona, no fue lo peor que viví. Pues para mi lo más humillante de mi vida era mi analfabetismo. Esto ni se olvida ni se perdona, porque para olvidarlo primero lo tendrías que borrar de tu mente. Esta parte de mi vida, sí que la borraría, por que me ha hecho muy infeliz, el resto de las circunstancias las decide el destino. Pero el ir a la escuela lo decide tu familia y los gobernantes del lugar en el que vives.
¡Algo que para mi mala suerte, en mi época de niñez no sucedía!
El corazón sufre en todas las estaciones, los pájaros vuelan con el frío y el calor, los árboles florecen en primavera y las mujeres trabajamos todo el año.
¡Dentro y fuera de nuestras casas!

Estas frases las dedico a todas las mujeres. A las presentes y a las ausentes; pues muchas de ellas fueron las primeras de la humillación. Y hago una mención especial por una de ellas. ¡Madre va por ti!.