En el campo Pago allí vivía un caballero con su dama y sus vástagos y algo de ganado. Un dieciséis de agosto, llega un niño con el cabello rizado y rubio como el oro.
Pues en el secano pasto faltaba un adorno. Vivió con su rubio y rizado pelo hasta los dos años ya que con esta edad se lo corta el peluquero, llora, patalea y se resiste porque no quería perder su apreciada cabellera.
El tiempo pasa, el niño crece y cumple veintiún años, llega un cinco de junio, el niño rubio y de cabellos rizados lo reclaman en el Cielo porque en este lugar también faltaban adornos.
El tiempo pasa, el niño crece y cumple veintiún años, llega un cinco de junio, el niño rubio y de cabellos rizados lo reclaman en el Cielo porque en este lugar también faltaban adornos.
Cuarenta años han pasado desde aquel cinco de junio del sesenta y siete. Pero tu cara, tu cuerpo, con planta de vaquero aún continúan delante de mi rostro. Con tu pantalón blanco roto, tu camisa de rallas amarillas, entre rallas, azules finas. Ésta fue tu última vestimenta. ¡Y tu último todo!
Tu hermana.