sábado, 7 de marzo de 2009

Viaje

A Roma. La noche del jueves al viernes del día veintisiete, un grupo de targarinas a las tres y media de la madrugada se reunieron en la estación de autobuses de Tàrrega. El origen de este encuentro fue para pasar un bonito fin de semana en Roma.

A las tres y diez Mari Alba, la organizadora del viaje, vino a recogerme, ya que el autobús tenía la sala a las tres y media. El grupo fue llegando escalonadamente, una vez que todas estuvimos al completo, antes de subir al autobús nos hicimos la foto de rigor teniendo como fondo una pancarta que decía marchamos a Roma. ¡Así quedará constancia del viaje!

Una vez que todas las mujeres estuvimos situadas en nuestro asiento, comienza la tertulia, la risa y las anécdotas. ¡Esto último forma parte de los grupos cuando salen de marcha! Y más cuando se trata de un trayecto largo. Ya dentro del aeropuerto y con las maletas facturadas cada una con su grupo, fuimos a tomar algo caliente para que nuestro cuerpo no pierda fuerza después del madrugón. Acto seguido hacemos el embarque, con billete en mano cada cual busca el sitio que le corresponde, el mío era fila veintitrés D. A las cinco menos cuarto despega el avión rumbo a Roma el cual aterriza más o menos a las siete.

Recogemos el equipaje y posteriormente el autobús nos lleva al hotel. Dejamos las maletas en consigna, el grupo se divide y comienza la ruta turística aunque antes se hizo un planteamiento de lo que se podía hacer y se decidió coger el autobús de ruta turística lo que nos permitió avanzar buena parte de todo lo que queríamos ver. Este sistema de recorrido te da la oportunidad de ver más cantidad de cosas pero también te priva de recrearte detenidamente de las cosas, sobretodo para poner el paisaje o el monumento dentro de tu cámara. A mí por ejemplo me faltaban reflejos y habilidad para captar el objetivo, la única solución era hacer fotos y que sea lo que Dios quiera, algo bueno quedará.

¡Yo he tenido que eliminar más de una! Bien, ya pies en tierra fuimos a visitar el circo romano. Aquí pagando algo más tienes un guía, en este caso una guía aunque si no entendemos de historia lo mejor es abrir bien los ojos para ver la grandeza del monumento o de los monumentos y dedicarte a hacer fotos.

Cuando terminó la explicación aún quedaba ponerse de acuerdo para ir a comer, unos queríamos estar sentados otros hacer un bocadillo comprado en cualquier chiringuito que nos cogiera de paso. Yo quería la opción primera, pero la organizadora del viaje la segunda.

¡Así que a comer bocata! Mientras comíamos el bocadillo nos dirigíamos a buscar tiendas con la intención de terminar la jornada del primer día. Recorrimos tiendas a diestra y siniestra, paramos un momento para tomar algo y reposar un poco. Yo aproveché esta tarde para comprarle a mi nieto lo prometido así no corria peligro de que no pudiese hacerlo el día siguiente por que lo teníamos bien completo.

Después de esto marchamos al hotel para descansar, asearnos y ponernos algo más guapas para ir a cenar. La cena fue concertada por la mañana, en un restaurante que hay delante mismo del hotel, ésta fue la única comida del grupo al completo.
Y las tres “besonas” marchan a la cama, porque al día siguiente teníamos que estar en forma. Haré una aclaración de quién son las besonas: somos Quima, Trine y Valle. Todos los grupos teníamos un nombre de identificación.

Bueno, hecha esta aclaración, el sábado a las nueve de la mañana el grupo al completo está citado con un sacerdote que por cierto es de Miralcamp. Esta persona ha sido enviada al Vaticano por el obispado de Solsona, es una persona encantadora y nos deleitó respondiendo a todas las preguntas que se le hacían referente al Vaticano. Primero recorrimos la Plaza de San Pedro. Algo impresionante. ¡No hay ojos suficientes para ver toda la dimisión de la plaza! Caminamos un buen rato y ya más o menos informados de lo más importante, entramos dentro de la Catedral aquí yo me dediqué al reportaje fotográfico para captar lo más posible de todo lo que mis ojos iban descubriendo porque creo que no volveré a tener otra oportunidad. ¡Ah! He olvidado decir el nombre del sacerdote, su nombre es Marc. ¡Un guía de honor para un grupo targarino! Una vez terminado el recorrido con él y ya por nuestra cuenta nos dirigimos a visitar la Capilla Sixtina de Leonardo Da Vinci que para llegar hasta la Capilla hay que recorrer quilómetros y quilómetros de magníficas galerías.

A la salida de la Capilla bajamos por una preciosa escalera de caracol que me hizo recordar una que he visto en foto y puede que algún día entre en el edificio donde está ubicada para comparar una con la otra y si se parecen en algo para que yo la recordara en el momento de bajar por ella.
Y continuando con la ruta turística, antes de ir a comer hicimos cola para subir hasta la cúpula del Vaticano que para llegar hasta el final se tiene que subir más de quinientos escalones, doscientos y pico en ascensor y el resto andando. Creo que de saberse de ante mano la mayoría de personas no subiríamos aunque una vez estás en el final lo agradeces porque puedes disfrutar de un paisaje maravilloso. De algo irrepetible, por que no creo que nadie repita el mal momento que se suele pasar subiendo ese tipo de escaleras.

La bajada es más cómoda porque no son escalones, se trata de una rampa y mucho más amplia pero cuando llegas pies a tierra tienes un temblor de piernas que tienes que descansar. Después de unos minutos de descanso entramos en una tienda de regalo que se encuentra dentro del recinto del Vaticano. A continuación fuimos a comer, en eta ocasión la comida fue como Dios manda. ¡Sentadas y una buena comida! Después del trabajo gastronómico la persona responsable del grupo propuso terminar la tarde visitando tiendas y también iglesias terminando el recorrido de la tarde-noche en la fuente de Trébol, otra de las maravillas de Roma y a las nueve de la noche después de disfrutar de un ambiente agradable y espectacular en este lugar tan romántico cogimos tres taxis compartidos de cuatro en cuatro porque donde teníamos la cita para cenar estaba bastante lejos. No digo el nombre de la zona porque no la recuerdo. Después de la cena dimos una vuelta por la zona recorriendo las ultimas tiendas que aún estaban abiertas, cuatro del grupo marchamos a descansar, el resto aún quedó quemando el último cartucho de este día.

El domingo después del desayuno todo el grupo fue a visitar la plaza de España, todo el grupo menos yo que por mi problema de cabeza no pude hacer el último recorrido.
A las doce marchamos para el aeropuerto y aún hubo quien aprovechó para comprar los últimos regalos y comer un poco. Todo bastante acelerado porque el tiempo lo teníamos muy limitado. Y a las nueve más o menos llegamos a nuestro destino sanos y salvo después de un agradable fin de semana en la Capital italiana: ¡Roma!

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