viernes, 25 de abril de 2008

Efemérides (primera parte)

Cuarenta y cinco años de vivencias. No tengo fotos, no tengo imágenes. Pero sí muchos recuerdos retenidos en mi memoria.

Hoy intentaré hacer un resumen de lo que pueda recordar. Adaptarme fue fácil porque la experiencia en el trabajo me facilitó las cosas. Pasado los primeros días todo fue coser y cantar. El trabajo doméstico estaba muy organizado, de lunes a domingo todo estaba programado. Cada día de la semana el mismo sistema: yo me levantaba a las ocho, me aseaba y arreglaba el comedor, para que cuando se levantaran los dueños pudieran desayunar, sin problema.
El lunes, tocaba ir al mercado: para comprar la fruta y la verdura de toda la semana, también era día de colada la que tenía que lavar a mano. ¡No había lavadora! Y lo hice durante mucho tiempo, porque la lavadora no entraba en la mentalidad de la dueña. Para hacer la colada se necesitaban cuatro días: domingo, lunes, martes y miércoles, uno para remojar otro para lavar, otro para aclarar y el otro para planchar.

Cada día tocaba hacer una cosa extra en la casa marte, la sala de estar y el pasillo que nos conducía a la misma sala; el miércoles la habitación de matrimonio, otra que se utilizaba de vestidor y el cuarto de baño; el jueves el despacho y la habitación de los huéspedes; el viernes el comedor, dos habitaciones y la cocina; el sábado otra vez la sala de estar, el recibidor que cruzaba todo el piso.
Y como la casa era antigua las puertas tenían metales, los que se tenían que limpiar para sacarle el brillo.

Todo lo que he numerado lo hacía por la mañana. ¡Incluida la comida! Después de comer y de fregar los platos, aún me quedaba por limpiar: las escaleras, la terraza y cuidar de las gallinas, cuando terminaba las tareas doméstica, salía a recoger los encargos que reservaba en los comercios.
Todo el trabajo se hacía a manos: lavar, fregar de rodillas, cocinar con fuego de leña,
e incluso la calefacción era de carbón. Un trabajo de muy mal llevar, ya que todo el día tenía que estar pendiente de la caldera.
¡Y no hablemos de la suciedad que producía este sistema de calefacción!

Sin lugar a dudas, me dejo un montón de cosas por contar, pero me faltaría tiempo y esta parte la doy por terminada.

Porque quiero añadir fragmentos de la parte emocional.

No hay comentarios: