domingo, 11 de noviembre de 2007

Recuerdos (tercera parte)

Una de estas familias era nuestra amiga Julia, y también la familia de nuestro amigo Adolfo y una señora que se llamaba Magdalena con su hija Gloria en esta casa teníamos que compartir cocina, lavabo y agua, el agua la cogíamos de un pozo medianero con la casa de al lado. Esto antiguamente era muy común en Andalucía, normalmente las casas tenían un pozo compartido y el pozo estaba dividido con una pared de por medio y cada uno cogía el agua por su lado correspondiente.

¡Únicamente veíamos el cubo! La pared impedía que las personas pudiesen verse las caras. Tengo que decir que no todas las casas tenían pozos, en muchas de ellas no había y esto suponía tener que ir a la fuente por el agua y muchas de las familias entre ella la mía teníamos las fuentes a varios quilómetros de nuestras viviendas.

Yo misma he tenido que ir muchas veces a por agua, agua para todo: para lavar, beber, cocinar y para el aseo personal. Yo recuerdo que en todas las viviendas teníamos unos barreños y el día que tocaba ir a por el agua, hasta que los barreños y los cubos no estuviesen llenos no se dejaba de ir a la fuente. ¡Esta tarea la hacíamos entre mi hermana y yo!

Recuerdo que había que aprovechar el viaje y llevar dos cubos o un cántaro y un cubo. El cántaro te lo tenías que poner en la cadera y el cubo en una mano y como el trayecto era largo, teníamos que descansar de vez en cuando ya que tanto mi hermana como yo éramos pequeñas.

No me extraña que la mayoría de mí generación estemos hechos polvo. ¡Tenemos los huesos llenos de dolores! Y cuando éramos adolescentes al no ir al colegio nuestro futuro era el trabajo del campo, o el del servicio doméstico. Así estamos los de mi generación que no balemos para nada.

Cuando tuve la edad de trabajar me coloqué en casa de una familia que tenia tres hijos, la madre se llamaba Pepita, el padre Juan y los nombres de los niños no recuerdo. Lo que sí recuerdo es que llevaba al niño pequeño a pasear y siempre me convencía para ir por donde él quería y cuando salía con sus padres les montaba un número de padre y muy señor mio si no se salía con la suya.

¡Des pues era yo la que recibía la reprimenda!

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