
Un día uno de mis hermanos fue y me dijo que fuese para casa que nuestro padre reclamaba mi presencia y quería que todos estuviésemos juntos. Cuando llegamos me sentí muy emocionada porque se trataba de algo importante para la familia. Este día lo recuerdo con tristeza y sentimiento ya que mi padre hizo algo incorrecto, aunque fue por necesidad. Sé que fue duro, muy duro para él ya que mi padre era el hombre más honrado de la tierra.
Pero hay un dicho que dice que la necesidad obliga y mucho más si la necesidad es la falta de comida, y él sintió esa necesidad de coger algo que no le correspondía. Nunca se habló de ese episodio, lo que se dijo o lo que no se dijo. ¡Esto nunca lo sabremos! Lo que si sé, es que lo que mi padre cogió fue lo más bueno que jamás hemos comido porque se mezclaba la necesidad y el sentimiento.
De esta casa marchamos a otra en mejores condiciones pero al otro lado del pueblo, la primera no es que estuviera en el centro pero sí más céntrica que la segunda. La segunda y la definitiva.
De esta casa salimos para venir a Catalunya, mi padre la conservó un tiempo hasta saber como irían las cosas por esta nueva vida. La primera casa estaba en la calle San Marco número cinco y precisamente el nombre de la calle es el nombre de mi nieto la segunda casa estaba en la calle la Victoria número sesenta y uno y por esta pasaba la carretera Córdoba Sevilla.
Esta casa la compro mi padre con varios vecinos y la teníamos que compartir con ellos.
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