domingo, 23 de septiembre de 2012

Señor de los cielos

                                             
¿Porqué has hecho que crezca, en un mundo en el que no pertenezco por mi manera de ser? Así que piensa en lo que hoy pienso y en lo que quiero.

En mi mente tengo la certeza de que los niños, merecen una buena niñez, los jóvenes, una buena y bonita adolescencia, los adultos, una sana madurez y los mayores merecen envejecer con mucho cariño, con más comprensión y con menos medicamentos. Hoy que soy conocedora de estos tiempos, te pido que pongas en este angustiado mundo un poco de orden.
Dicho esto, tengo que decirte que mi cuerpo ha envejecido soñando con todo aquello que nunca he tenido y que nunca tendré.

Ahora mis sueños son los de la noche, los que tengo con frecuencia y que nada tienen que ver con los que soñamos cuando estamos despiertas. Mis sueños diurnos han sido son y serán tener en mi poder un certificado escolar y un graduado que justifique mi paso por el instituto y por supuesto una matrícula universitaria. Añadiría una libreta y una pluma estilográfica para anotar los apuntes de lo que estuviese estudiando. ¡Me habrían hecho presumir de orgullo y emoción! Sobre todo si están escritos con esa bonita pluma que me gusta tanto. Estos fueron mis sueños, unos sueños que se quedaron por el camino, de los cuales no pude presumir.
  
De lo que sí puedo presumir es de tener una amplia gama de herramientas de hogar: escoba, fregona, cubos, bayetas, plumero para quitar el polvo,...
Estoy segura que si las amas de casa y las trabajadoras de hogar, dispusiéramos de un título de universidad  junto al titulo de ama de casa, este tendría más valor del que tiene e incluso hasta seria interesante pero de momento.
Por suerte, hoy por hoy, la mujer moderna, si es que quiere, puede tener la cacharrería, el titulo universitario, un  blog de cocina, la libreta de los apuntes de universidad y la pluma, para poderlos anotar.
Yo animo a todo aquel que tenga ganas de trabajar que luche con todo su ahínco e ilusión para conseguirlo.
¡Yo ya no estoy a tiempo!

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