jueves, 1 de enero de 2009

Felicidades Manolo

Hola hermano pequeño ¿Creías que me había olvidado de ti? Pues ya vez que no y mucho menos en un día como el de hoy. Hoy aparte de ser año Nuevo también es el día de tu Santo. ¡Todo el tiempo estuve pensando contigo! Pero un fuerte dolor de cabeza ha hecho retrasar mi escrito. La intención mía era que el uno de enero tú y yo tuviésemos una conexión por mediación del pensamiento y que el día de año Nuevo nuestra conexión saliera publicada en “historias compartidas”, pero no pudo ser por lo que te he explicado antes.

Bueno, Manolo después de esta aclaración tengo que decirte que las fiestas navideñas están llegando a su fin, algo que yo agradezco por la sencilla razón de que son fiestas muy familiares y muy sentimental y las ausencias de los seres queridos son muy notables y algunas más notables que otras como la tuya y la de nuestros padres porqué las ausencias que se desplazan a otro lugar del mapa tienes la suerte que después de unos días te vuelves a encontrar. ¡Pero lo vuestro ya no tiene retroceso!

Bien hermano hoy quiero contarte algo de mi vida, algo que comenzó en el mismo momento de tu accidente. Recuerdo que yo dormía en el lugar de mi trabajo y la noche de tu accidente dos personas de nuestra familia, fueron a comunicarme lo sucedido y antes de que me dijeran, de qué se trataba yo ya lo predije aunque cuando sentí el timbre no imaginé que la llamada podía ser para mí pero al encenderse la luz de las escaleras de donde yo dormía sí que lo intuí y lo primero que hice fue poner pies a tierra y preguntar que le ha pasado a mi hermano Manolo.
Horas antes estuvimos juntos ya que era domingo y tú marchaste para casa de nuestros padres y yo al lugar de mi trabajo. Seguramente fue ésta la razón de mi corazonada y de mi intuición, estaba segura que en mi familia algo había pasado y que eras tú la persona afectada.

Cuando supe la magnitud de lo sucedido, desde Tárrega hasta el lugar del accidente, fui prometiéndole a Dios una cosa, una cosa que yo habría cumplido a raja tabla, hasta el final de mi vida en caso de que te salvaras. Pero Dios no me lo concedió, no me concedió tu vida a cambió de lo que le ofrecí yo. En el día de hoy, que se han cumplido más de cuarenta y un año estoy haciendo lo que le prometí porque la vida para mí ha perdió todo su argumento.

No hubo suerte, él te quiso para él y te llevo a su lado dejando a la familia rota de dolor.

¡¡Sobre todo a nuestros padres!!

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