lunes, 30 de junio de 2008

Domingo veintiuno

Marc, a mí me hubiese gustado escribir tus vivencias desde el mismo momento de tu nacimiento, para que cuando seas mayor tú puedas tener constancia de cómo fue tu niñez. De momento tengo algunas cosas escritas pero la mayoría de ellas se me han escapado de las manos. ¡Aunque no por falta de ganas! Y tampoco por que no halla te nido oportunidades ya que gracias a Dios pasas mucho tiempo con nosotros y hemos tenido la suerte de ver tu crecimiento en el día a día, pero otros factores me lo han impedido.

Si yo el día de mañana pudiera decirte: ¡Ten, Marc ésta es tu vida! Las cosas buenas y las malas porque de todo hemos vivido. Pero tus peripecias, tus risas, tus primeras palabras y tus primeros pasos, aunque para esto fuiste un poco perezoso. ¡A tu madre le sucedió lo mismo!

Ella comenzó a caminar el catorce de febrero, le faltaban nueve días para los catorce meses, tú tenías algunos más pero yo no recuerdo cuanto.

Marc, si yo te pregunto, ahora mismo ¿cómo te lo has pasado en naturlandia? Me dirías muy, muy bien, porque aún lo tienes presente en tu memoria, pero si te lo pregunto dentro de veinte años seguro que me dirías que no te acuerdas y para que esto no te pase hoy te hago este resumen por escrito.

Así que manos a la obra, Marc. Este fin de semana hemos hecho una ruta turística, el sábado veintiuno más o menos salimos de casa a las doce del medio día, para ir a la montaña y tú todo el trayecto le recordabas a papá que tenía que llamar al restaurante para que reservaran una mesa. ¡También que girar el coche a la izquierda o a la derecha!

Por fin llegamos al restaurante, la comida era una delicia como tú siempre dices cuando te gusta lo que tienes en el plato. ¡Dices Valle esta comida esta deliciosa! Aun que otras veces todo lo contrario, esta comida no me gusta.

Ya en el hotel no te decidías con quien te quedarías a dormir si con papás o con los abuelos, pero llegado el momento, decidiste con Paulino y Valle. Una vez dejada las maletas en el hotel, marchamos a pasear por la ciudad y tú decías todo el tiempo marchemos, al hotel que estoy muy cansado, pero como eres de muy buen conformar, pronto se te pasaron las ganas. Pero en contrapartida, pedías un D V D.

Caminamos un buen rato buscando lo que tú deseabas, al final lo encontramos y se te compro, uno más para la colección. Cuando ya lo tenías, en las manos volvías a decir estoy cansado quiero irme al hotel. Pero en vez de ir al hotel subimos en un ascensor que nos llevó directamente a una plaza, donde encontramos un grupo musical. Nos sentamos para descansar y escuchar un poco de música.

Echo esto nos fuimos a cenar, cenamos en un restaurante muy típico de montaña, las paredes del exterior eran de piedras y la que separa el comedor de la terraza de vidrio. ¡Esto nos permite disfrutar del paisaje vegetal!

Al salir del restaurante, mamá perdió un botón del zapato y tú todo el tiempo la sujetabas porque tenías miedo de que perdiera el equilibrio y antes de coger el ascensor para volver al hotel tomamos un helado. Por cierto donde tomamos el helado televisaban el partido España, Rusia y Rusia fue eliminada, tu padre y el abuelo vieron el final del partido.

Cuando llegamos al hotel tú no sabias con quien quedarte a dormir si con papá y mamá o con Paulino y Valle. ¡Lo pensaste un poco y te quedaste con los abuelos!

Por la mañana después de desayunar tu delirio era ir a Naturlandia. ¡Allí te lo pasaste en grande! Haciendo un recorrido en silla de trineo. Y circula igual que lo trenes por unas vías que cruzan toda la montaña, igual que los trenes. La subida es lenta y la bajada sacas toda la adrenalina.
Tú lo compartías con papá y yo, con mamá, Paulino quedó en el recinto esperando nuestro regreso.

¡Aquí termina un agradable fin de semana!

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