Once de marzo.

Hoy hace cuatro años que ciento noventa y dos almas revolotean por el cielo. Un jueves once de marzo del dos mil cuatro, en dos puntos diferentes, ciento noventa y dos personas fueron elegidas al azar.
Hoy, por desgracia, tenemos que nombrar a cinco más: dos en la T4 de Madrid, dos guardias civiles y el de Isaías.

Recuerdo el 11M como si acabara de pasar. Las imágenes las fui viendo tal como iban sucediendo: yo tengo la costumbre de encender el televisor bien temprano para ver las noticias. Y el horror de las primeras imágenes ya estaban en pantalla y hablaban de un número importante de fallecidos.

¡Pero los fallecidos iban en aumento! Hasta llegar al número que todos conocemos. Hoy los nombres de estas personas están dentro de un cilindro, en el monumento que les han hecho en Madrid. Así todos los ciudadanos lo podemos visitar, homenajearles y dejar un manifiesto.
Yo tengo ganas de ir a Madrid y cumplir con este deseo.

Sería bueno que este cilindro se convirtiera en un camino de espíritus para cortar el paso a los malvados y también para que recuerden, a los políticos, que ni en su nombre ni en el de su familia deben hacer campaña electoral con fines de ganar las elecciones.

También seria bueno recordar a cierto político que en este cilindro, recordamos personas que no son de nuestro país, que también fueron elegidos por el designio de Dios. Así que estamos relacionados con ellos con lazos de sangre. Ojalá su espíritu pudiera salir del cilindro, para dar un mensaje de tranquilidad al mundo.

Ángeles blancos y puros
me dijeron que vuestros rostros
eran los más bonitos.
Y que esta es la razón
por la que fuisteis elegidos.