sábado, 25 de agosto de 2007

Oposiciones

Montañas de felicidad.
José Cela dijo siempre hay algo que escribir
si tenemos algo que decir.
Hoy yo tengo algo que escribir .
Los meses de junio, julio y gosto, han sido de muchos nervios para algunas personas y entre ellas estaba mi hija, porque este año han convocado oposiciones y ella se ha presentado, igual que el año dos mil cinco que también lo intentó, pero las cosas no le fueron bien. Este año ha tenido más suerte: suerte muy merecida, ya que se la ha ganado a pulso y por sus propios méritos, pues nadie da nada a cambio de nada.
Hemos pasado días de muchos nervios y de mucha incertidumbre, pensando Dios sabe qué es lo que puede pasar, hoy ya podemos hablar en positivo.
El treinta de junio fue el día definitivo para la tranquilidad ya que los exámenes se había terminado, únicamente había que esperar los resultados, el primero lo supimos el veinte de julio, el segundo el veintiocho del mismo mes y el último el tres de agosto, tres fechas largas y eternas.
¡Tengo que aclarar algo que he pasado por alto! Antes de los exámenes tuvo una entrevista con una inspectora, para evaluar su forma de trabajar, veinte minutos de conversación fueron suficientes para valorar su manera de trabajar y le concedió los tres puntos.
Esto le dió una tranquilidad el día de los exámenes, pienso que ahí comenzó la suerte de mi hija, ¡quedó muy contenta de la entrevista!. Recuerdo que fue el seis de junio, yo estaba en una consulta médica, sonó el teléfono y era Nuria para comunicar que la entrevista con la inspectora había ido bien.
Los exámenes constaban de tres pruebas: primero el dosier, el trabajo realizado durante el año de la preparación, un trabajo precioso echo con muchos sacrificios y muchos esfuerzos, pero valió la pena y los malos momentos quedaron recompensados. A continuación la parte oral y por último la lectura, en esta parte tenia un tiempo limitado, que debía controlar para no pasarse ya que lo perdería todo.
Era mejor quedarse corto para que esto no sucediera, aunque los nervios son inevitables y mucho más cuando se está delante de un tribunal. Pues por muy tranquilo que seamos, no se pueden controlar.
Bien, los exámenes terminaron, los resultados fueron buenos y el veinte de julio supimos que estaba aprobada, por cierto mi hija obtuvo la mejor nota del tribunal en la provincia de Lérida (esto lo tengo que resaltar), ya que algo así no ocurre todos los días. ¡Estamos muy contentos aparte de orgullosos!
Tengo que puntualizar algo, la buena nota no le garantizaba la plaza, pues para esto necesitaba méritos en trabajos de sustituciones y ella únicamente contaba con dos cursos y algo más de otro, así que el tiempo fue eterno hasta que salieron las plazas. Esto lo supimos el veintiocho de julio y la ubicación del lugar de trabajo el tres de agosto. Los dos primeros años los trabajará en Solsona, no es que sea lejos pero tampoco cerca.
Creo que habra unos cincuenta y cinco kilometros desde Tàrrega. Gracias Señor por tu ayuda, y tú Nuria continua superándote un poco más cada día.

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