Hola padre

¡¡De vuestra morada vengo, y aunque tengo la llave no he podido pasar a dentro!! De pánico y dolor, mi alma se llenó cuando descubrió el panorama desolador, un panorama sucio y polvoriento, polvoriento, provocado por la tardanza de mis cumplimientos para con vosotros. Reconozco que ha pasado mucho tiempo. ¡Cuatro meses en total! Pero en el día de hoy no os podía fallar, ya que hoy padre es tu aniversario.

Treinta y nueve años han pasado desde aquel triste momento que Dios te puso en el final de tu destino, yo quisiera tener la certeza de que ese día tú entrarás en el paraíso celestial y que Dios te cogió de la mano abriendote el camino, hasta llegar a tus seres queridos dándote paz. La paz que tú te merecías por todo lo que terminabas de pasar.

Hoy padre quiero decirte algo, hace tiempo yo comencé a escribir historias de la vida y con todas estas historias un día pensé. ¡Mira! Con todos estos escritos puedo hacer un libro, y me puse manos a la obra, comencé a construir mi libro. Un libro lleno de emociones porque la mayoría de estos escritos son sacados de nuestra propia vida.

Yo de todos los escritos quiero destacar uno que dice así: “mis mitos son Dios y mi padre” especificando las razones del porqué sois mis mitos. Hoy mis mitos son tres Dios tú y mi nieto.

¡La razón de mi nieto es porque el cariño que le tengo supera lo insuperable!